Es imposible que una persona normal tenga el espíritu navideño más enraizado que Abel Caballero, alcalde de Vigo. Su pasión por esta entrañable época del año es incomparable e indescriptible. El despliegue técnico que lleva a cabo para que su ciudad consiga tal cantidad de luces y el exacerbado entusiasmo que le imprime a sus intervenciones relacionadas con esta fiesta me generan un sentimiento que podría ubicar en un punto indeterminado entre la ternura más inocente y el frikismo más desaforado.
Algo parecido me ocurre con Mariah Carey, quien todos los otoños y tras nueve meses en barbecho recupera el protagonismo para volver a erigirse en la reina indiscutible de nuestra banda sonora navideña. Da igual que el resto de artistas se esfuercen por ofrecer canciones que pongan música a nuestras celebraciones, compras y tardes de sofá, manta y peli. De momento nadie ha conseguido hacerle sombra a escala mundial.
Digo a escala mundial porque en España los que ya peinamos aunque sean algunas canas tenemos muy presentes en nuestra memoria los especiales televisivos de Raphael (este año vuelve), con su incombustible ‘El Tamborilero’ como buque insignia. A eso se le llama estirar el chicle. Quién pudiera dar con un chicle así de rentable, por cierto.
Bueno, en realidad no son los únicos que han encontrado su particular gallina de los huevos de oro. Mucha gente, famosos o no, aprovechan esta fiesta para hacer su agosto. Que se le pregunten si no a Doña Manolita o a Cristina Pedroche. El sol sale para todos y siempre que sea a través de métodos leales, honestos y legales (como diría el popular anuncio de Autocontrol-Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial), adelante.
Disfrutemos estos días, pero no nos olvidemos del que tenemos al lado. Dejemos que nos invada el espíritu navideño un tiempo. No pasa absolutamente nada. Estos días comamos y bebamos (con moderación), que vengan más de los que estamos y, si puede ser, aunque solo sea para romper la monotonía, trabajemos un poco la empatía, el respeto y la solidaridad. Vamos, lo que predicaba el que dio origen a esta fiesta, que no fue El Corte Inglés, sino Jesús de Nazaret.
Al ritmo de Raphael y Mariah Carey, con bastantes menos luces que el citado primer edil gallego (y todas led), brindemos y celebremos precisamente eso, que podemos brindar y celebrar, sea lo que sea. Que no falten nunca las risas y la buena compañía. ¡Feliz Navidad!
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