El paréntesis

Mirar adelante forma parte del instinto de supervivencia humano, pero afrontar el futuro sin tener en cuenta el pasado no es avanzar, es huir.


img

La noticia pasó totalmente desapercibida. Abrió algunos informativos y apareció en algunas portadas de periódicos, pero apenas generó conversación en la calle. Pasó sin pena ni gloria. Quién nos iba a decir que uno de los momentos más esperados de los últimos tiempos se ignoraría de tal manera. Al parecer, los tres peores años como sociedad en décadas han sido solo un paréntesis. Nada más. Y nada menos. Pero resulta, cuanto menos, inquietante. 



Aunque oficialmente la pandemia por coronavirus continúa, la OMS ha desactivado la emergencia sanitaria por COVID-19. Pero la gente ya está a otra cosa. Atrás quedaron la congoja, la incertidumbre, el miedo... Los meses de confinamiento estricto son ahora tan solo un mal sueño del que hemos despertado. Pero ¿qué ha quedado de todo aquello? Mirar hacia delante forma parte del instinto de supervivencia humano, pero afrontar el futuro sin tener en cuenta el pasado no es avanzar, es huir. No solo porque si llega una nueva pandemia nos volverá a pillar desprevenidos, sino porque es una lástima no haber aprendido absolutamente nada (elaborar bizcochos y realizar conexiones por videoconferencia no cuenta).



En contra de lo que decía el famoso eslogan gubernamental, se confirman las sospechas: no hemos salido mejores. Lo intuíamos desde el principio, pero siempre hay algún rayo de esperanza que nos hace pensar que de una tragedia de tal calibre se puede obtener alguna enseñanza colectiva que nos lleve a modificar nuestro comportamiento para aportar nuestro pequeño granito de arena al progreso comunitario. Mentiras. Por lo general, aunque haya honrosas excepciones, la gente suele ser más egoísta. Como decía un día una señora por teléfono en el tren: “Aunque esté mal hecho, ahora debemos centrarnos en nosotros y rezar para que nos vaya bien a nosotros. No podemos pedir por los demás. Hay que priorizar”. Esa parece ser la dinámica. Ande yo caliente, y ríase la gente.



Al menos espero que este paréntesis nos haya servido para reflexionar sobre el rumbo de nuestras vidas, para valorar proyectos personales, para tomar decisiones que en otras circunstancias se hubieran quedado en suspenso sine die. Esto no puede quedar en balde. Ha habido demasiado sufrimiento como para que nos olvidemos tan rápidamente. Se actuó tarde y mal, murió mucha gente, especialmente personas mayores, los más piratas se aprovecharon de la situación llevándose crudo el dinero común a costa de una desgracia de dimensiones desconocidas… De los que se saltaron la cola de vacunación aprovechándose de sus cargos mejor no hablemos. 



“Una de las mayores tragedias de la Covid es que no tendría por qué haber sido así. Tenemos las herramientas y las tecnologías para prepararnos mejor para las pandemias, para detectarlas antes, para responderlas más rápido y para mitigar su impacto”, aseguró el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, el 5 de mayo durante el anuncio. Pues eso.



¿Qué ha quedado de todo aquello? ¿Cuál es el poso que nos ha dejado? Sigo preguntándomelo.



--



La pandemia, fuente de inspiración para los artistas:



 



Pienso en ti (Andrés Suárez):





 



Aves enjauladas (Rozalén):





 



Los abrazos prohibidos (colectiva):





 



Un canto a la vida (Vanesa Martín):





 



Cuando estés aquí (Pablo Alborán):




opiniónreflexiónperiodismocomunicaciónpandemiaCovid-19OMSsaludsociedad